La historia de la aviación en Schwerin: del aeródromo de Görries al olvido
Conozca la historia del aeródromo de Görries en Schwerin, su desarrollo, importancia y legado en la aviación.

La historia de la aviación en Schwerin: del aeródromo de Görries al olvido
En los agitados tiempos de principios del siglo XX, Schwerin empezó a hacerse un nombre en la industria de la aviación. La historia del aeródromo de Görries, inaugurado oficialmente en 1913, está indisolublemente ligada al nombre de Anthony Fokker. Este empresario visionario no sólo dio forma al aeródromo con su presencia, sino que también revolucionó la aviación en Alemania. Su carrera y los acontecimientos en Schwerin están estrechamente relacionados, como informa nordkurier.de.
La primera piedra del aeródromo de Görries se colocó durante la gira alemana de 1911, en la que Schwerin sirvió como lugar de escala. Ante el creciente interés por la aviación, la ciudad decidió construir su propio aeródromo. A finales de 1912 se fundó la “Compañía de Aeródromo de Mecklemburgo Görries-Schwerin mbH”. En Pascua de 1913 se pudo completar en el terreno recién creado la infraestructura, como gradas para espectadores, un restaurante y un hangar para aviones. La inauguración de la escuela de vuelo de Fokker en mayo de 1913 con seis de sus famosas "arañas" marcó el punto culminante de estos primeros días.
El ascenso de Fokker y el aeródromo de Görries
Anthony Fokker, nacido en 1890, fue un pionero de la aviación que descubrió su amor por volar a una edad temprana. Después de comenzar a estudiar en Alemania en 1910, fundó Fokker Aviatik GmbH en 1912. Ese mismo año dio origen a su primera construcción exitosa, el "Fokker Spider". Cuando en 1913 la producción se trasladó a Schwerin, la ciudad experimentó un auge económico. Entre 1914 y 1917, la productora empleó hasta 1.600 trabajadores y fabricó alrededor de 3.400 aviones, incluido el legendario modelo Fokker Dr.1, estrechamente relacionado con la historia de Manfred von Richthofen.
Pero el éxito también tuvo sus desventajas. Después de la Primera Guerra Mundial, el Tratado de Versalles obligó a Fokker a trasladar sus actividades de regreso a los Países Bajos. Las operaciones de vuelo en Görries disminuyeron y finalizaron en 1927. A partir de 1932, el aeródromo se utilizó con fines civiles, pero luego se convirtió para uso militar. La Segunda Guerra Mundial volvió a traer cambios; el aeródromo adquirió importancia estratégica y resultó gravemente dañado por los bombardeos aliados. La mayoría de los edificios fueron destruidos en agosto de 1944 y abril de 1945, y sólo unas pocas estructuras, incluidos dos hangares, quedaron y todavía están parcialmente catalogadas en la actualidad.
Un legado vivo
A pesar de la destrucción, el legado del aeródromo de Schwerin-Görries ha sobrevivido. Hoy recordamos los tiempos gloriosos de la historia de la aviación, cuando el aeródromo era un popular destino de excursiones para los habitantes de Schwerin. Los banderines en el centro de la ciudad informaban a los ciudadanos sobre las últimas actividades de la aviación: una conexión entre el pasado y el presente que aún hoy perdura en la memoria de la gente.
La historia de Anthony Fokker es también una historia de altibajos. Fue un innovador que creó la superioridad aérea para los aviadores alemanes durante la Primera Guerra Mundial. En 1915 recibió la ciudadanía alemana y trabajó activamente para mejorar aún más sus máquinas. Los grandes de la empresa Fokker hablaban por sí solos: durante los años de la guerra, el número de empleados aumentó de unos 100 a 6.000. Los logros de Fokker no pasaron desapercibidos y sus máquinas alcanzaron fama internacional, generando en ocasiones comparaciones con grandes como Henry Ford.
Después de regresar a los Países Bajos en 1919, Fokker continuó trabajando en la aviación y finalmente pasó al negocio estadounidense, lo que le abrió nuevas perspectivas. Pero como suele ocurrir, a la fama le siguieron malas decisiones, y con el cierre de sus fábricas americanas en 1931, una era llegó a su fin. La autobiografía de Fokker, The Flying Dutchman, se publicó en 1933, y gradualmente se retiró del negocio en la década de 1930 hasta su muerte en Nueva York en 1939.
El desarrollo del aeródromo de Schwerin-Görries y la biografía de Anthony Fokker muestran la estrecha relación entre la historia de la aviación y el patrimonio regional. Es de esperar que el recuerdo de esta época extraordinaria no caiga en el olvido. El aeródromo, hoy en día prácticamente olvidado, sigue siendo una parte valiosa de la historia de Schwerin.